Por qué leer ficción

Interrumpo brevemente la redacción de mi Manifiesto a favor de la IA para Pensar y Crear mejor (título totalmente provisional) porque esta semana fue el Día Internacional del Libro.

Una efeméride que ha sido siempre my absolute favorite, y que en los últimos años siento aún más cercana.

No voy a dedicar esta edición a por qué deberías leer más libros (si, da igual cuánto leas, siempre se pueden leer más libros 🤩) porque creo que es obvio y porque además si estás aquí dentro doy por sentado que ya sabes que leer libros es bien.

Quiero escribir un breve alegato a favor de la lectura de ficción.

Si, esa lectura para la que quizás sientas que no tienes tiempo.

Porque no es directamente aplicable en tu negocio, en tu emprendimiento, porque no te ayuda a aprender, a progresar profesionalmente, ni tampoco en tu "desarrollo personal".

Precisamente porque sé que (aunque sea muy en el fondo) piensas eso, hoy vengo a defender la ficción.

No como un lujo, ni como una manera de auto-cuidado — que también lo es.

Sino como una práctica esencial para pensar y crear mejor.

Y, en última instancia, como acto politico. Como forma de resistencia.

💪 Leer ficción como entrenamiento mental

Decía Mortimer J. Adler que la lectura no es una actividad pasiva.

Quien lee un libro no recibe información sin más, como si se la tiraran a la cara.

Su papel es similar al de la persona que recoge la pelota en un partido de béisbol; no basta con recibirla sino que ha de tener cierta destreza a la hora de saber qué hacer con ella.

El arte de leer consiste en recoger la información de la mejor manera posible.

Creo que hay un antes y un después en tu vida y en tu manera de ver la lectura cuando te das cuenta de lo cierto que es esto.

Que, como lectoras, no somos menos que la persona que escribe.

Leer es un diálogo. Y hay un esfuerzo por nuestra parte, igual que por la parte del escritor, en que exista esa comunicación.

La lectura requiere esfuerzo.

Esto es algo que en cierta medida asumimos cuando leemos no ficción, pero que pasamos por alto cuando leemos ficción.

Creemos que imaginar es fácil, que consiste en sentarse y recibir sin más una historia.

Y nada más lejos de la realidad. Requiere un conjunto de habilidades que, cuando entrenas, te preparan para la vida mejor que cualquier MBA.

Y ojo. No pretendo que esta sea una edición sobre como la lectura de ficción nos hace mejores profesionales que la de no ficción, porque esto no va de lo profesional (que nos hace mejores personas en general está clarísimo).

Pero no voy a negar que —personalmente— creo que SI lo hace.

Sólo que, una vez más (esto es muy de la época en la que vivimos), como el cambio no es inmediato —no se da cuando terminas el libro, se entrena como un músculo— lo relegamos a favor de lecturas que nos hacen sentir que estamos "aprovechando mejor el tiempo"

Por eso van varias razones para que cambies de idea.

✦ Te sumerges en historias largas (y entrenas tu atención)

Cuando se habla de leer para aprender (que muchas veces va asociado a "leer mucho", con el único objetivo de engrosar [ejem-el ego-ejem] la lista de libros leídos), no es raro encontrar a gente que te aconsejará la lectura rápida o incluso en diagonal, y en cierto modo creo que hemos normalizado esta actitud.

Al fin y al cabo, "el tiempo es limitado" y queremos "sacar el máximo partido" a aquello que leemos, no? (el uso de comillas es muy intencionado)

Pero no oirás a nadie decir que se ha leído una novela en diagonal. Porque no se puede.

Puedes empezarla, darle una oportunidad y dejarla si no te gusta, pero no existe la lectura en diagonal en la ficción.

No puedes, simplemente, ir por capítulos sueltos buscando lo que más te interesa, o ir directamente al final para encontrar la conclusión o el accionable.

Una novela te exige quedarte ahí. De principio a fin. Te entrena en la paciencia y en la incomodidad de la incertidumbre.

Y además no resuelve todo. A veces deja finales abiertos, preguntas sin respuesta.

En una realidad en la que estamos acostumbradas a que nos den en 15 segundos el quick win, esto nos rompe totalmente los esquemas, pero es justo lo que necesitamos para desarrollar el músculo de la reflexión; nos enseña a NO precipitarnos en llegar a conclusiones rápidas, nos obliga a quedarnos más tiempo con los problemas.

Y esto despliega en más beneficios:

✦ Vives las experiencias de otros (y desarrollas tu empatía y tu inteligencia emocional)

Leer ficción es, en cierto sentido, meterse en la piel de otro ser humano.

Es exponerse a realidades, motivaciones, miedos y conflictos que no son los tuyos. Es abrirte decenas de ventanas a otras existencias; ampliar tu visión del mundo.

Y si, uno podría decir que esto es parecido a lo que ya hacen las redes sociales y que ahí también "aprendes".

Es más, he oído y leído muchos argumentos en defensa de redes como Twitter/X, escudándose en el argumento de que te expone a otras maneras de pensar.

La diferencia clave está en cómo se modela nuestra consciencia de una forma u otra.

👉 Cuando nos exponemos a historias complejas sobre la vida de otras personas durante largos periodos de tiempo, mejoramos nuestra propia capacidad de percepción, nos hacemos más abiertas y empáticas.

👉Sin embargo, si esta exposición es a fragmentos inconexos, a clips de 30 segundos, a tweets de 200 caracteres, despojados de contexto, dominados por el titular simplificado o la opinión contrarian, nuestros pensamientos empezarán a moldearse así.

Es la razón por la que la gente que pasa más tiempo consumiendo información en retazos experimenta menos capacidad de concentración.

Y esto lleva asociado una merma en nuestra propia habilidad para empatizar. Porque si, la empatía es una de las formas más complejas de atención que tenemos, y también la estamos perdiendo.

Leyendo ficción, exponiéndote durante largos periodos de tiempo a las historias y las verdades de otros, amplías tu capacidad para ponerte en la piel de otra persona, entiendes mejor su realidad.

Y esto nos lleva a lo siguiente:

✦ Imaginas otros mundos (y mejoras tu pensamiento crítico y tu visión estratégica)

Hay una diferencia crucial entre la ficción y la no-ficción.

Las buenas historias no te dan la respuesta.

No te dicen qué pensar; sino que te obligan a hacerte preguntas, a cuestionarte tus propias ideas, a enfrentarte a paradojas, a incomodidades.

¿Por qué este personaje está actuando así? ¿Habría hecho yo lo mismo en su lugar?

Y es que cuando leemos —y especialmente cuando leemos historias que nos sacan de lo conocido, que nos extrañan, nos incomodan incluso— nos damos permiso para cuestionar nuestras propias certezas.

Para mover las costuras de lo que creíamos inamovible.

Sobre esto mismo, no puedo NO mencionar a Cristina Rivera Garza, que en el pregón inaugural de Sant Jordi decía que son precisamente las visiones de otros las que suelen poner en entredicho nuestras propias creencias.

Las que nos hacen ver que la vida no es como la habíamos imaginado.

En su discurso, que está lleno de perlas, también decía que la lectura es el territorio en el que nadie puede quitarnos la libertad de imaginar; imaginar otras vidas, otras posibilidades, otros mundos.

"El mundo puede ser algo más. Esto va más allá de mí”

Y que es precisamente esa libertad de imaginar la que da tanto miedo a los poderosos (y también la que el capitalismo intenta explotar a toda costa).

Porque la verdadera potencia de la imaginación es su capacidad de producir realidad.

Por eso leer ficción es hoy un acto de resistencia doble.

💪 Leer ficción como acto de resistencia

En este mundo acelerado en el que vivimos, dónde se celebra la multitarea, la eficiencia medida al milímetro, la optimización del tiempo, que habla un lenguaje de hacks y fórmulas— sentarse a leer un libro de ficción es casi un acto subversivo.

Porque no puedes leer rápido una buena novela.

No puedes escanearla en diagonal para sacar las "tres ideas clave".

No puedes aplicarla inmediatamente a tu negocio ni convertirla en una checklist.

Precisamente por eso, hace falta ficción.

Porque pocas cosas son tan transformadoras como la experiencia de entrar en una historia y salir siendo otra persona.

De habitar otros cuerpos, otros pensamientos, otras realidades.

Frente al algoritmo que prioriza lo breve, lo viral, el contenido que confirma lo que ya creemos - la ficción nos pone en la piel del otro.

Nos lleva allí donde no pensábamos ir.

Nos permite imaginar mundos que (todavía) no existen y cuestionar las reglas de aquel en el que habitamos.

Por eso —aún más ahora, en estos días en los que vemos cómo resurge la verdadera censura, las políticas que pretenden silenciar ideas, que tachan la literatura de "peligrosa" si incomoda las narrativas dominantes— leer ficción es, a mayor escala, una manera de resistir.

Sentarse a leer una novela es decir:

No acepto que solo haya una manera de mirar el mundo. Sigo apostando por la complejidad, los matices, la mirada amplia. Sigo creyendo en las preguntas, y no sólo en las respuestas.

Porque si algo necesitamos todas (y —de nuevo— no apelo a profesionales, líderes de equipo, aprendices o creadores/as en particular. TO-DAS)

…es justamente esa mirada sostenida, la capacidad para observar desde todos los ángulos y soportar la ambigüedad.

De movernos entre contradicciones.

De imaginar alternativas.

Y para eso no basta con consumir más contenido práctico.

No basta con otra newsletter de “5 claves para mejorar tu productividad”.

Hace falta abrir espacio para el extrañamiento, para la duda, para la pregunta.

Hace falta ficción.


🫀 El discurso de Cristina Rivera Garza, que por cierto enlaza con la idea de que leer es un acto de comunicación entre el que escribe (lanza) y el que lee (recibe). Pero ella lo dice muchísimo más bonito que Mortimer;

Leer es respirar al unísono.
FOOTNOTES

Gracias por leer!

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