Suscríbete a MakinProcess para una dosis quincenal de inspiración.
Muchas gracias por suscribirte!
Oops! Something went wrong while submitting the form.
EN ESTA PÁGINA

Llevo meses leyendo —en el contexto de las redes sociales— a muchas personas quejándose de que ya no es lo mismo, que el algoritmo sólo les enseña basura, que todo es impostado y fake y que van a irse o que ya no las usan porque sólo les quitan atención y no encuentran nada a cambio de la misma.

(concretamente hablo de Twitter/X, que es donde me muevo yo, y que creo que es la red social que está yendo más en picado en los últimos tiempos)

Esto es un melón.

He sentido muchas veces ganas de sentarme a escribir algún tweet sobre todo lo que creo que está pasando, más allá de lo obvio, pero siempre ha sido desde el calentón.

(lo obvio es que todas las redes sociales tienen ahora mucho más “recomendación” que de "social", en el peor de los sentidos. Por múltiples motivos en los que no voy a meterme hoy pero que en serio, hay chicha)

Mis ideas sobre esto, como siempre, están a medio formar, pero you know que yo aquí pienso en público, intento ponerlo un poco bonito y luego tú ya hilas mis reflexiones de la manera que tenga más sentido para ti.

Vivimos en internet

Mi primera experiencia con internet fue en un curso de informática al que me apuntó mi madre cuando tenía 10 años.

En aquella época (la época en la que ni siquiera había internet en muchas casas) conectarse a internet era desconectarse, en parte, de la realidad.

Entrabas, investigabas, ibas de una web a otra, podías navegar por la información... Pero estabas creando una barrera entre tú y el mundo a tu alrededor. Eras tú sola en la nube.

Luego llegaron los foros, MSN, las plataformas de conexión entre personas. Y entonces quedabas con tus amigos en internet y pasabais el rato hablando en ese entorno digital.

O incluso hacías amigos nuevos.

Poco a poco internet dejó de ser el sitio al que ibas para desconectar de la realidad y se ha ido convirtiendo en parte de la misma.

Hace años me topé con el concepto de Third Place, esos entornos sociales separados del hogar (First Place) y del trabajo (Second Place)

El término fue acuñado por Ray Oldenburg y viene a describir esos espacios donde tiene lugar la interacción social que no nos es impuesta, sino la que buscamos o encontramos cuando frecuentamos entornos comunes; cafeterías, bibliotecas, plazas, clubes u organizaciones.

Creo que, desde la pandemia, la frontera entre el primer espacio, el segundo y esos terceros se ha ido diluyendo, e internet (las redes sociales/plataformas de publicación, las comunidades online...) es —para muchas personas— lo que antes era el cine, el bar o el centro social.

Puede que no trabajes en "lo digital" o que no tengas un side project (o un Main Project) en internet, pero es un espacio más en el que pasas tu tiempo. Tienes conversaciones, conoces gente, pasan cosas.

La importancia que tenga en tu vida variará mucho según tu contexto pero es innegable que, ahora mismo, es un lugar más en el que la vida ocurre.

Doy este contexto porque, que internet sea ya un lugar más de nuestra vida, supone dos cosas:

1. Pretender desconectarnos por completo es muy poco realista. Sería lo más parecido a hacerse un Out in the Woods; vivir en el bosque, sin acceso a información o contacto social de ningún tipo. Dar la espalda a la realidad.

2. Si asumimos que internet forma parte de nuestras vidas, en el sentido de que es un entorno/lugar más en el que existimos, esa pretendida desconexión no sólo no es realista, sino en cierta medida irresponsable.

Pero vamos a rascar un poco más porque esto tiene varias capas.

Por qué esto escuece más ahora

Como te decía, llevo bastante tiempo pensando sobre esto.

Sobre por qué ahora de repente encuentro tanta gente a mi alrededor quejándose y "amenazando" con irse.

Encuentro dos razones principales.

Si, es un hecho que el contenido que vemos ahora tiene muy poco de social y mucho de recomendación.

Recomendaciones hechas por algoritmos que están escritos con una lógica que, en muchas ocasiones, no tiene el output que querríamos.

No vemos el contenido de nuestros amigos y conocidos, vemos aquello que ha generado más engagement, nos interese a nosotras o no.

Esa sensación de ruido constante que sentimos cuando entramos ahora en estas redes, tiene que ver con eso. Con que lo que vemos, en realidad, no nos es relevante.

Puede darnos cierta curiosidad morbosa o ser un lugar donde descansar los ojos, pero en realidad no nos afecta de manera significativa, así que el cerebro lo interpreta como ruido.

Vale. Hasta aquí la explicación de por qué últimamente estas plataformas son más una jaula de grillos que un sitio donde poder aprender o conectar con otra gente.

Pero es que esto lleva siendo así bastante tiempo.

Ahora lo sentimos mucho más, porque la cantidad de información cada vez es mayor y eso eleva el nivel del ruido.

Y si, el diseño de esas redes sociales se aprovecha de eso para tenerte dentro más tiempo.

Pero, honestly? esto no es algo nuevo. Llevamos muchos años con este juego.

Hasta hace relativamente poco, no sólo no parecía importar a la gran mayoría, sino que incluso se le bailaba el agua al algoritmo.

«¿Quieres crearte una audiencia? Ve a twitter, escribe mucho, *genera* contenido a mansalva y a crecer.»

Entonces, ¿por qué ahora ya no gusta tanto? ¿Y por qué seguimos aquí a pesar de ello?

La conclusión a la que poco a poco me voy acercando siempre es la misma.

Es una cuestión de puro ego.

Aquello que en su día nos fascinó tanto de estas redes sociales, Twitter en concreto, fue el hecho de sentir que formábamos parte de una red muy entrelazada de mentes brillantes, siendo la nuestra una más en todo ese entramado.

Nos hacía sentir únicas, de una manera que quizá nuestros primeros y segundos lugares nunca lo hicieron.

Si lo hacías más o menos bien, era relativamente fácil ver el payoff; reconocimiento en forma de likes, retweets y seguidores.

Creo que parte de la rotura del sueño ahora mismo con Twitter es que ya no es tan fácil llegar a esos niveles.

Se ha descubierto la verdad: No eres especial, eres una persona más en medio de millones de personas llamando la atención.

Cualquiera puede llegar, hacer lo mismo que tu y recibir más atención, o directamente copiar tu trabajo sin que puedas hacer nada para reclamarte dueña del mismo.

La idea de ser sólo una partícula más en medio de esta sopa, aceptémoslo, es bonita en tanto y cuanto nos hace a todas iguales.

No lo es tanto cuando esa misma dinámica interfiere en nuestro ego.

Así que la pregunta que planteo en este punto es:

¿Cuando te quejas de que "esto ya no es lo que era", reconoces que tiene más que ver contigo y tu frustración con la idea de que tu identidad quede disuelta en el colectivo, que realmente con la plataforma, (que hasta hace poco te era conveniente)?

¿Reconoces que sigues aquí exactamente por lo mismo? Porque en el fondo sigue habiendo disfrute y sensación de que lo que haces "cuenta", a pesar de esa homogeneización de identidades?

(oye, no digo esto desde la crítica, eh? sólo quiero plantear preguntas)

Si podemos aceptar que esta pataleta tiene mucho de eso, podemos pasar a otra de las razones que veo mucho 👇

«Esta red social (o todas) se han convertido en pozos de 💩, las grandes corporaciones harían cualquier cosa por nuestra atención y tampoco quiero jugar a su juego, así que me voy.»

Tampoco esto es del todo cierto.

Los algoritmos no son "los malos"

Antes de nada. Por favor, que no quede atisbo de duda.

Soy la primera persona en alinear los ojos a los modelos de recomendación basados en algoritmos que priorizan la popularidad y la supuesta "relevancia" frente a tu decisión activa de ver algo, o los patrones de interacción perversos que han convertido nuestra experiencia en internet en algo más parecido a ser absorbido por un agujero negro o arrastrado por ​una corriente​.

Hay mucha literatura escrita sobre eso y nos gusta sacarla para justificar nuestra falta de atención, las horas pasadas delante de la pantalla haciendo doom-scrolling o interactuando con publicaciones que, en realidad, no nos aportan nada.

Culpamos a los diseños de las plataformas, al capitalismo y como las tecnológicas quieren sacar tajada de toda nuestra atención y si.

Pero el problema/la realidad es más profunda.

El problema es que la cantidad de información y la velocidad a la que se produce y distribuye ha superado ya cualquier capacidad para procesarla, para gestionarla sin que se produzcan inundaciones.

Es ese flujo constante y creciente de información lo que ha generado esta situación. No ha sido Meta, ni Twitter/X, ni Tiktok

(aunque claro que esas compañías lo incentivan, claro que esto no es tan sencillo, por eso estamos aquí)

Los algoritmos que ahora controlan qué es lo que ves en esas plataformas sólo son un filtro.

El filtro que deciden poner las mismas para gestionar el flujo incesante de contenidos de manera que les beneficie a ellas, claro.

Pero les damos demasiado mérito, y a veces creo que lo hacemos por pura comodidad.

La realidad es que no son ellas las que generan ese contenido. Y el filtro no es obligatorio.

Tenemos algo que decir/hacer en todo esto.

Podemos aprender a gestionar nuestra atención, intervenir las redes e interactuar con esa información de manera sostenible y sana, sin necesidad de quitarnos todas las redes sociales, apagar el wifi e irnos a vivir a un monasterio.

Cómo gestionar tu atención y ser funcional en internet

Si me conoces y he hablado contigo de esto, seguro que en algún momento ha salido la analogía de información = comida.

En esta edición, ese momento ha llegado.

Hace algo más de un año escribí un poco mi opinión sobre los detox digitales y cómo, desde mi punto de vista, si de verdad sientes la necesidad de desconectarte de todo durante un mes, quizá en realidad es síntoma de que tu relación con la información no es la mejor.

Igual que las dietas milagro no funcionan a largo plazo porque el problema es una vida entera de malos hábitos alimenticios, un detox digital te puede dejar muy en paz ese tiempo, pero si vuelves al mismo entorno informativo que dejaste y no cambias nada, sólo ha sido un pequeño parche.

Entonces abogaba por cambiar un poco el approach; en vez de eliminar todos los inputs, mejorar la calidad de los mismos.

Pero cada vez siento más rechazo a todo lo que sea "demonizar" cosas, ya sea información, comida o loquesea.

Así que hoy voy por aquí.

En que hay "valor" en todos los tipos de información, y que el reto está en ser capaz de jugar con la densidad nutricional de cada tipo y, a la vez, en cómo y con qué frecuencia actuamos sobre esa información.

Hace años me topé con este gráfico, que divide los tipos de información (o contenido) según "​mind size​" y latencia; el tiempo que pasa desde que consumimos la información hasta que actuamos sobre ella.

Fuente

Desde que lo vi lo tengo muy presente, porque creo que ilustra perfectamente la clave para poder ser humanos funcionales en esta realidad de cada vez más información pero cada vez menos relevante:

No está en los extremos, ni fuera del sistema. Sino precisamente en aceptar que no podemos pasar todo nuestro tiempo en un solo punto, que tenemos que encontrar un equilibrio estable entre consumo/acción.

Pero este equilibrio tiene que ser dinámico; no es cuestión de quedarse en una zona cómoda entre medias, sino en saber que habrá ciertas piezas de información (aquellas de mayor latencia), que requerirán un grado mayor de abstracción y viceversa. Y que debes poder tratar con todas.

No puedes pasarte la vida leyendo a filósofos muertos desde hace siglos y no hacer nada con ello.

Si pasas demasiado tiempo en ese modo y entrar en redes sociales te abruma porque requieren de ti otro tipo de actividad mental, quizá de vez en cuando te convenga —precisamente— pasar algo de tiempo ahí.

Hacer un poco de scroll en Instagram, pasar 15 minutos en TikTok viendo videos cortos. Escribir algo en Twitter.

De la misma forma, si sólo puedes consumir o generar contenido fast-food, prueba a leer algo que requiera tu atención y un esfuerzo activo de comprensión, algo que tenga hasta fricción a la hora de entenderlo.

Intenta hacer el ejercicio de síntesis que requiere transformar ideas complejas en algo que pueda ser comunicado o compartido.

Igual que el entrenamiento de fuerza, aprender a gestionar tu atención en diferentes rangos es como jugar con el peso y las repeticiones para desarrollar el músculo y la resistencia.

No todo es levantar cargas pesadas a bajas repeticiones; a veces está bien llegar al fallo en series decrecientes.

La cuestión es aprender a movernos por todo el espectro para que el entorno digital en el que vivimos no nos destierre o entierre, sino poder convertir nuestras elecciones y hábitos de consumo/producción* en apuestas ganadoras.

Ser funcionales en lo online.

Por qué estoy aquí hoy hablando de esto

Insisto (o quiero creer que lo hago) mucho en esto.

En aprender a gestionar la información (y nuestra atención) en un mundo y en una realidad que requiere de nosotras esa habilidad.

No es (sólo) cuestión de ser más productivas, ni de que nos cunda más el tiempo que pasamos informándonos o consumiendo contenido, ni de convertir los inputs que recibimos en otra cosa.

Es, principalmente, cuestión de responsabilidad.

Porque vivimos aquí y, como ciudadanos/as de internet, no deberíamos darle la espalda cuando deja de hacernos gracia.

Deberíamos hacernos responsables de este entorno.

Igual que nos hacemos responsables, de manera colectiva, del mantenimiento de los parques o de la integridad de los edificios donde pasamos gran parte de nuestra vida.

Porque nos conviene que este siga siendo un entorno habitable, en el que la presencia humana tenga peso. Y de verdad creo que esa presencia humana cada vez va a ser más importante.

No me dirijo sólo a makers o creadores/as.

Es cierto que las personas que usamos internet como medio de expresión o de construcción de ideas tenemos una relación más profunda con el medio y, por lo tanto, también más responsabilidad en diseñarlo.

Pero es que en realidad hablamos de intervenirlo. Y esto afecta a todos y todas.

No es nuestro trabajo cambiar la manera en la que están diseñadas estas redes, pero SI podemos elegir cómo nos movemos por ellas y cómo pasamos nuestro tiempo dentro.

Por supervivencia inmediata, por no acabar con el cerebro frito y nuestra capacidad de atención o de pensamiento complejo completamente atrofiada.

Pero también porque la manera en la que nos comportamos en internet, cómo hablamos a otras personas, a qué damos like, en qué ponemos la atención... tiene un impacto directo en qué recibimos a cambio, para bien y para mal.

Si no te gusta lo que ves, cámbialo.

Mutea, deja de seguir a ciertos perfiles, haz listas, expande tu dieta informativa.

Si te has dado cuenta de que ciertos temas están "envenenados", no hables tú de ellos.

No enseñes al algoritmo lo que no quieres ver.

O atrévete a hacerlo desde tu propia perspectiva y conviértete en una voz distinta que se eleva por encima del ruido.

Por continuar con la metáfora:

El sonido que tu emites es un elemento clave en el feedback que quieres recibir.


* No me gusta nada el término «consumo/producción». Lo uso por convención y por hacerme entender. Pero le da un matiz de eficiencia que no me convence. Internamente me gusta mucho más pensar en inhalar/exhalar. Qué dejas entrar y cómo lo devuelves.

FOOTNOTES
Contenido exclusivo para suscriptores.

Gracias por leer!

Si te ha gustado y quieres recibir más reflexiones e ideas sobre pensar, crear y vivir mejor, no olvides suscribirte a MakinProcess para recibir recursos e inspiración en forma de mails, cada quince días en tu bandeja de entrada.

Lo de las cookies 🍪
Si. Este sitio usa cookies para almacenar algunos datos. Si las aceptas, puedo usar esos datos para analizar mejor qué pasa en la web y así personalizar un poco más tu experiencia por el sitio. Visita la Política de Pivacidad para más información.