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Sólo por asegurarme de que empezamos en la misma página, «serendipia» es la palabra que se usa para describir el fenómeno de encontrar algo por accidente mientras estabas buscando otra cosa.

Muchos de los descubrimientos de la historia en el ámbito de la ciencia o la tecnología son, en realidad, el resultado de estos inesperados "golpes de suerte"; llegar de repente a una conclusión, a un insight, a un descubrimiento fortuito allí donde menos te lo esperabas.

La serendipia es un concepto poderoso, tanto por lo que implica para la persona el abrazarla, como por el salto de fé que en ocasiones requiere hacerlo.

Por un lado, te descarga de la responsabilidad de la planificación, de tener que ajustarte a un plan determinado, y te da libertad de movimientos. Pero esta libertad lleva asociada la voluntad por tu parte de dejarte caer en brazos del azar, que cierres los ojos y te dejes llevar, sin saber lo que puede ocurrir cuando vuelvas a abrirlos.

Lo interesante, como siempre, está en pensar en la compatibilidad de ambas implicaciones.

¿Cómo encontramos algo por accidente si la misma magia del concepto está en que lo encuentras, precisamente, cuando no lo estás buscando? ¿podemos realmente aumentar la posibilidad de que los descubrimientos inesperados ocurran a nuestro alrededor?

🍀 Serendipia diseñada

Ya sabes que me gusta mucho hablar de sistemas. Y de diseño. Cuando hablo de diseñar sistemas, realmente me estoy refiriendo a la capacidad que tenemos para crear a nuestro alrededor las circunstancias necesarias para conseguir algo. Puede ser vivir y trabajar de manera más alineada con tus valores, tener una relación más sana con la información que te rodea o, en el caso que nos ocupa, diseñar nuestra propia máquina de serendipia, dibujando a nuestro alrededor un entorno que haga inevitable que la suerte nos encuentre.

Y, aunque intentar aunar en un mismo hilo de pensamiento el concepto de serendipia con el de esbozar algo (por el carácter estratégico de esto último) requiere de una pequeña flexión mental de más, hay a la vez algo muy atrayente en la idea de pensar que, igual que podemos trazar sistemas sobre un plano, podemos diseñar para lo inesperado; facilitar el surgimiento de los descubrimientos accidentales. Un concepto que, si extraemos del campo de la ciencia para aplicar en la vida general, podría traducirse como consecuencias inesperadas. Es decir, que te pasen cosas.

Cuando empiezas a pensar en esto, es un poco inevitable llegar en seguida a la convicción de que, si queremos que caigan manzanas, tendremos que "sacudir" el árbol.

(En las esferas del marketing en twitter esto ahora se conoce también como "cuando haces cosas, pasan cosas")

Pero recuerda, no buscamos sencillamente que pasen cosas. Newton no estaba sacudiendo el árbol cuando cayó la manzana que le provocó el instante de lucidez necesario para llegar a lo que después sería la ley de la gravitación universal; estaba, precisamente, haciendo otras cosas.

Así que, aunque lo primero que nos venga a la cabeza a la hora de pensar en cómo ampliar las posibilidades de que ocurran cosas sea precisamente "forzar" o "invitar" a que pasen, esto nos ayuda únicamente con el momentum inicial.

Pero «hacer cosas» no lo es todo, es sólo la primera parte. Si sólo sacudimos el árbol, acabaremos rodeados de manzanas sin saber realmente qué hacer con ellas.

Hacer cosas te da impulso, pero llegará un momento en el que necesitemos tirar del motor y del lubricante para conseguir una velocidad compatible con nuestros objetivos y no simplemente conformarnos con ser rápidos.

👁 La importancia del cambio de enfoque

En el mundo de la investigación —que tanto debe a esta perseguida serendipia— para poder encontrar algo por accidente es esencial no tener un orden impuesto; dejarnos a nosotras mismas abierta la posibilidad de ver la información en distintos contextos, para también poder interpretarla de maneras diferentes, llegando precisamente así a esos descubrimientos inesperados.

Si lo piensas, es exactamente lo mismo que buscamos en los procesos creativos y en todos aquellos ámbitos donde la curiosidad sea el motor principal de la innovación.

Necesitamos divergir, ampliar el foco, abrirnos a las posibilidades para poder encontrar  relaciones entre ideas aparentemente inconexas. Pero inmediatamente después es necesario consolidarlas, adoptar un enfoque descendente que nos permita la convergencia de estas, para poder llegar a conclusiones disruptivas.

Empiezas ampliando tu visión para poder tener en consideración tus diferentes opciones, pero también debes ser capaz de sintetizar esos estímulos en nuevos insights, para lo que el foco se hace imprescindible. Porque es esta capacidad de re-contextualizar información lo que convierte una simple cosa, en una oportunidad.

Y esta habilidad para saltar de un enfoque al otro, de la amplitud de miras al foco concentrado, podemos aplicarla a cómo afrontamos la vida en general y los caminos y posibilidades que se abren a nuestro alrededor.

Adoptar una postura de opcionalidad, intentar abrirnos tantas puertas como sea posible, ampliando así las posibilidades de que detrás de una de ellas esté aquello que (no) estamos buscando, pero tener la cabeza lo suficientemente fría para que, en el momento en el que nuestro instinto nos diga que eso es interesante, poder cazarlo al vuelo y jugar a lo contrario, a buscar el efecto compuesto. Reducir opciones y trabajar en hacer crecer esa que has encontrado; convertir un accidente inesperado en una coyuntura.

No es cuestión de hacer por hacer, de exponerte sin más por el simple hecho de que así pasarán más cosas; es tener la amplitud de miras suficiente para dejar que nos pasen cosas y después la capacidad para convertirlas en oportunidades.

No es simplemente salir de tu zona de confort, sino diseñar una mayor superficie de serendipia.

FOOTNOTES
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