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Enredaderas de Pensamiento. Parte II

Anna Kaminova

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En la primera parte de esta serie sobre Jardines Digitales, hablamos del concepto de Jardín Digital en contraposición al de Corriente, el modelo de consumo y creación de contenido predominante en nuestro día a día.

También de que, si bien el modelo de Corriente no es inherentemente malo por sí mismo, merece la pena plantearse otros medios de expresión no tan centrados en la autoafirmación en una linea temporal recta.

Y aquí era donde entraba el concepto de Jardín Digital, un espacio que, por el contrario, busca la reflexión, la generación de ideas y la exploración de posibilidades.

Pero ¿cómo bajamos a la tierra esta metáfora? ¿Cuál es la diferencia entre un Jardín Digital y un blog de toda la vida? ¿Y bajo qué principios creamos el nuestro propio?

🪴 Características de un Jardín Digital

Lo primero a tener claro es que, en realidad, lo que hace a un Jardín Digital especial es precisamente el hecho de que es diferente para cada persona.

Igual que El Principito veía a su Rosa como lo más único y precioso de toda la galaxia porque era suya y él había cuidado de ella de una manera especial, cómo cuides y cultives tu propio Jardín Digital es lo que lo convertirán en un espacio único y distinto del de todos los demás.

Teniendo este fundamento claro, se entienden también mejor algunos de los atributos comunes que comparten la mayoría de los Jardines Digitales, entre los que Maggie Appleton destaca los siguientes:

🗺 El terreno es más importante que la cronología: En un jardín digital, los elementos se enlazan unos con otros a través de temas, conceptos o contextos compartidos, no alrededor de una linea temporal. El resultado de esto es que uno pueda entrar a un jardín a través de cualquier nota y pasear por él a través del contenido mismo, en vez de tener que navegar de manera cronológica. Es lo que se ha denominado siempre "tirar del hilo", algo que ha sido propiciado, a su vez, por uno de aquellos patrones; los backlinks, un tipo especial de enlace que permite crear relaciones bi-direccionales entre las páginas para poder ver tanto el destino como la fuente de cada una de ellas.

🌳 En continuo crecimiento: Un jardín digital nunca está acabado sino que, igual que un bosque o un huerto, está siempre en constante evolución. Creciendo, cambiando, ciclándose, reorganizándose. Para esto, tenemos que dejar de pensar en que todo lo que creamos y publicamos tenga que estar 100% acabado, y abrazar el concepto de "en proceso" constante. Siempre abierto a poder añadir más argumentos, revisar conceptos, contrastar y expandir ideas.

❄️ Abrazar la imperfección: Como las notas o ideas que lo componen nunca llegan a estar 100% finalizadas, hay que aceptar el hecho de que un Jardín Digital es imperfecto por defecto. Descartar la idea de que todo lo que en él se publique tenga que estar maquillado, pulido y editado a la perfección, y aprender a publicar cosas a medias, sin refinar. Dejar de lado la mentalidad perfeccionista y practicar el aprender en público; usar nuestro jardín digital como el lugar en el que documentamos nuestros aprendizajes en vez de como el destino final de los mismos. El cuaderno de notas en vez del libro publicado.

🎨 Personal y experimental: Un jardín es un espacio impredecible. Podemos plantar las mismas semillas en el mismo suelo que nuestro vecino y que el resultado sea totalmente diferente. De la misma forma, un jardín digital es totalmente único y personalizado, porque está compuesto de tus ideas, tu perspectiva, tu manera particular de interpretar la realidad y la información que te rodea. Si en la corriente nuestros perfiles de Facebook o de Twitter son una representación totalmente descontextualizada de quienes somos, en un Jardín estamos dejando la versión en alta fidelidad de nosotras mismas, con todas nuestras contradicciones y complejidades.

🦄 Tuyo y de nadie más: Cultivar tu Jardín Digital es también un ejercicio de reclamar tu propio espacio personal e intransferible en la web. En un momento en el que el 90% del contenido que creamos y consumimos reside y circula en plataformas de terceros, tu Jardin es uno de tus mejores activos, es donde viven y crecen tus mejores ideas, tus opiniones y creencias. Dedicar el tiempo necesario a pensar cómo guardas ese activo, como te aseguras de protegerlo ante lo que pueda ocurrir en el futuro, es tiempo bien empleado. Para esto, lo mejor es usar lenguajes nativos como HTML, CSS o guardar copias de nuestros archivos en Markdown; lenguajes que permitan la transferencia y la portabilidad sencilla y que, como bonus, a futuro te permitan convertir esos jardines, por ahora independientes, en posibles unidades de un sistema mayor y más complejo.

Como ves, tener un Jardín Digital, en el fondo, no es más que cuidar de nuestra mente creando un espacio especial para ella. Un lugar en el que pasear, en el que dejar ideas a placer y en el que el conocimiento se va construyendo a partir de retazos de diferente contenido; que se entrelazan entre sí y que generan nuevos insights y cuya estructura se vuelve más intrincada y compleja con el tiempo, igual que una selva.

Es nuestra responsabilidad, como jardineras de nuestra propia mente, aprender a cultivarla igual que alguien lo haría con su huerto. Nutrirla en vez de sobrealimentarla, seleccionar con mimo sus semillas, respetar sus tiempos de crecimiento.

En la práctica, esto se traduce en elegir con intención el contenido que consumimos, de dónde lo extraemos, en qué formato. Y, aún más importante, cómo convertimos esa información externa en material fértil del que puedan crecer nuevas ideas. Y esto se reduce a tomar notas, ya que tomando notas de aquello que consumimos es cómo nos aseguramos de que pase por nuestro filtro.

Pero no vale cualquier tipo de nota. Y, según profundicemos un poco más, verás que, técnicamente, ni siquiera es suficiente con quedarse en tomar notas. Hay que hacerlas.

🍃 Las semillas de tu jardín. Las notas

El tipo de nota que mejor prospera en este espacio serán aquellas que tomamos con una mentalidad de abundancia. Aquellas que, por su estructura, permitan la componibilidad de las mismas (que podamos unir unas a otras).

Esto facilita la construcción de nuevo conocimiento y choca directamente con la mentalidad de escasez que nos lleva a tomar notas sin más, pensando simplemente en capturar esa información para no perderla.

Andy Matuschack propuso el término «Evergreen notes» para referirse a este tipo de nota.

🌱 Principios de las «notas evergreen»

Las Evergreen notes son aquellas notas que, en realidad, nosotras mismas “diseñamos” de manera consciente, para que puedan crecer y evolucionar con el tiempo; según añadamos a ellas nuevos descubrimientos, insights, pruebas que apoyen (o incluso refuten) un argumento y, en general, evolucionar igual que lo hacen nuestras propias ideas.

Matuschack propone una serie de principios que pueden ayudarte a diseñar (esto es; escribir, hacer con intención) esas notas para que tu jardín crezca de la mejor manera.

Atómicas. Que capturen una sola idea, concisa pero, en la medida de lo posible, en su totalidad. De esta forma es más fácil poder reutilizarla, mezclarla y re-contextualizarla con otros temas o nociones.

Centradas en el concepto. Es mejor crear notas alrededor de imágenes, ideas o temas, en vez del material fuente que nos haya inspirado esa nota, como libros o artículos. De esta forma, estaremos construyendo en base a conceptos independientes, lo que a su vez nos permitirá descubrir conexiones mucho más fácilmente.

Enlazadas densamente. Cuantas más conexiones entre notas e ideas creemos, más estaremos abriendo nuestra mente a otros conceptos que puedan estar relacionados con ellas. Buscar estas conexiones nos obliga a dedicar más tiempo a pensar cómo se relacionan unas ideas con otras y, como consecuencia, a internalizar más esas ideas, a pensar más en ellas.

Evitar organizaciones jerárquicas. Para que nuestras notas florezcan libres, debemos evitar la tentación de organizarlas de manera jerárquica y, por el contrario, dejar que se interconecten por asociaciones orgánicas. Esto propiciará que, según vayamos alimentando nuestro jardín, si aparece una nueva idea, podamos situarla donde queramos y no tengamos que ajustarnos a una organización por categorías o cronológica.

El objetivo al tomar notas con estos principios en mente no es más que desarrollar argumentos sobre ellas para que, con el paso del tiempo, estas empiecen a interactuar unas con otras y podamos encontrar nuevas reflexiones o aproximaciones a un tema que no habíamos considerado en su momento.

Para conseguirlo, el proceso ha de ser siempre activo. Dejar de copiar contenido que leemos sin más y empezar a interactuar con él, preguntándonos cómo afecta al conocimiento ya "asentado" que tenemos. Y aquí entrecomillo "asentado" porque parte de la magia de este sistema es la de poder olvidarnos de asunciones y dogmas y abrir totalmente la mente a cambiar nuestras opiniones y argumentos con el tiempo, a medida que nuestro jardín y nuestras conexiones neuronales crezcan y se enriquezcan con nuevas perspectivas.

Por esta razón no nos basta con escribir notas al uso, ya que este tipo de anotaciones temporales sólo genera un cúmulo de información disociada que se acumula con el tiempo pero con la que realmente no hacemos nada.

sLa clave no está en tomar más o mejores notas, sino en que el proceso de hacerlas nos ayude a pensar mejor.

Y es que la finalidad de todo este sistema no es crear un nuevo repositorio compuesto por las ideas y pensamientos de otros, sino en cultivar un espacio que nos permita que sean nuestras propias ideas las protagonistas.

🍎 Cultivar tu jardín es cultivar tu mente

Son nuestras opiniones personales y reflexiones las que forman las semillas del jardín. Cuando se junten y se combinen, serán nuestros pensamientos los que estarán influyéndose unos a otros, por lo que el resultado será enteramente nuestro, una representación de cómo funciona nuestro cerebro y cómo se crean en él las asociaciones de ideas.

Esta manera de interactuar con la información que nos rodea difiere sustancialmente de la que vimos en la Corriente.

En este modelo, en vez de apilar bloques de información unos encima de otros —una práctica que, al final del día, lo único que consigue es reafirmarnos sobre un mismo tema— lo que hacemos es justo lo contrario; extraemos información de diferentes fuentes, la mezclamos y dejamos que se junte con otras, que se combinen para formar nuevas nociones, imágenes o ideas.

Si nuestra relación con la información en el modelo de la Corriente consistía en compartir sin mas aquello que reafirme nuestras creencias u opiniones, si estamos cultivando un Jardín, interactuaremos con ello de otra forma:

Capturaremos ese mismo artículo y, en vez de guardarlo sin más, nos tomaremos unos segundos antes para interactuar con él. Para preguntarnos, por ejemplo, si esa información contradice, asienta, o añade algo nuevo a lo que ya conocemos. O qué reflexiones o pensamientos nos provoca. A qué nos recuerda, cómo podemos relacionarla con algo que hemos leído o aprendido antes.

Según vayamos contestando a estas preguntas, escribiremos cada nueva idea, comentario o reflexión en su propia nota. Está será nuestra unidad básica de conocimiento.

El objetivo de un Jardín Digital, y el nuestro como jardineras, será el de hacer crecer esas notas para que se entremezclen, evolucionen y se acumulen con el tiempo y entre proyectos y áreas de nuestra vida.

Esta colección de fuentes formará a su vez un nuevo modelo. No será tan consistente en sus inicios, cuando esté aún en estado de brote, pero formará una red de ideas y conceptos mucho más intrincada, compleja y rica. Mucho más que un sólo evento, en una sola linea temporal, desde un sólo punto de vista y formando una sola narrativa.

Estaremos simplificando, quedándonos con el mínimo concepto viable, para luego juntarlo con otros conceptos, otras ideas y reflexiones y combinarlas y mezclarlas de manera que lo que emerja sea algo mucho más rico que la fuente original.

Se trata de reducir para construir complejidad en vez de simplificar para apilar. En lugar de colocar un argumento sobre un tema, estaremos construyendo un modelo de ese tema con un significado distinto, el que nosotras mismas le hemos dado, que generará a su vez nuevas opiniones y nuevas maneras de entenderlo.

El beneficio de empezar a integrar esta práctica en nuestro día a día es que, con el tiempo, según el número de nuestras notas vaya creciendo, estas empezarán a formar una librería cada vez más interconectada de ideas. Tendremos una wiki personal construida en base a nuestras propias notas y a las combinaciones surgidas de ella y que representará una visión del mundo mucho más amplia.

Pero, a la vez, habremos entrenado a nuestro cerebro para tratar con el contenido e información que nos rodea día a día no como meras consumidoras pasivas, sino interactuando con esta de manera consciente, interviniendo en estas fuentes de información no sólo para auto-reafirmanos, sino para retarnos a encontrar en ellas nuevos significados.

En definitiva, habremos entrenado a nuestro cerebro a pensar más y mejor.

Porque así como nuestras notas evolucionan y se conectan unas con otras, esas conexiones tienen también lugar en nuestro cerebro. Nuestro Jardín Digital se habrá convertido en una herramienta no sólo para pensar, sino de crecimiento personal.

Porque, al igual que en un jardín, cuya topología cambia y evoluciona constantemente ¿qué es el aprendizaje si no una continua transformación de nuestras creencias y de nosotras mismas?

¿Y qué mejor manera de tener documentado todo este proceso de aprendizaje y transformación que en nuestra propia biblioteca personal de conocimiento?

La respuesta a esta pregunta vuelve a estar en la siguiente afirmación:

Si existe algo mejor que aprender algo nuevo es el hecho de compartir ese aprendizaje.

Pues bien, en la siguiente entrega veremos cómo podemos crear nuestro propio Jardín Digital para, posteriormente, compartirlo con el mundo, y los beneficios de hacerlo.

FOOTNOTES
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